Comenzó su trabajo como parte del grupo de la rive gauche francesa, paralelo pero distinto de la nouvelle vague, con la que compartirían temas y trabajos más tarde. Su obra —casi invariablemente documental, con la única excepción de la pieza de ciencia ficción La Jetée— ha resultado influyente, pero casi desconocida para el público masivo. La Jetée, Sans Soleil y sus ensayos fílmicos sobre Akira Kurosawa, AK, y Andrei Tarkovsky, Une journée d'Andrei Arsenevitch, son los más accesibles y fáciles de conseguir.
En el terreno político, todas sus películas están comprometidas, son una revolución (en el sentido más amplio): habla de Pekín, de Cuba, de la Siberia comunista; de la lucha contra la opresión: guerra, conflictos, Vietnam, Bosnia; de la lucha sindical y obrera: le joli mai (crónica moral y sociológica sobre el París de los años 60, que es una especie de anticipo de los acontecimientos demayo de 1968, pero cuyo tema es la percepción de la independencia de Argelia en la metrópoli y el proceso contra los generales que participaron en el intento de golpe de estado de Argel que se desarrolló en París en mayo de 1962.
Sus películas se proyectan en Francia con regularidad, y unas quince de ellas se pueden ver en el Forum des images de modo permanente.
Por ello, y por todos los otros trabajos que conforman uno de los legados más ricos del cine contemporáneo, mi más sentido adiós final. Au revoir, y gracias por todo.
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